Nuestro cuerpo es una máquina maravillosa y,
como tal, no es el resultado de la suma de sus partes,
sino una estructura orgánica, donde todas las
funciones se interrelacionan.
A diario, recibimos una variedad enorme
de estímulos a los que nuestro organismo
da respuesta. Algunos estímulos
son externos y otros son propios de nuestra
particular conformación.
Los estímulos externos son innumerables: la
temperatura, una persona que nos habla, los vehículos que transitan una calle que debemos cruzar,
un olor agradable o desagradable, un paisaje.
Pero también hay un amplio repertorio de estímulos internos, como el hambre, el dolor que
nos produce un órgano, el cansancio, la necesidad
de escuchar música, las ganas de correr.
Y especialmente las que implican conductas más
complejas son diferentes de un ser humano a otro.
Podemos decir que cada persona es una unidad
psicofísica y también social.
Cada una
comparte con las demás algunas funciones que
son características de los seres humanos y también
de los animales. Pero cada una posee características
propias que provienen de la herencia genética,
de su medio cultural, familiar y social, y
de las transformaciones que sufre en la relación
con las demás personas. Pero recordemos que cada organismo es más
que esto, ya que las facultades intelectuales y
emocionales, y la relación con el medio producen
modificaciones y cambios en la estructura del
cuerpo y sus funciones, y viceversa.
El metabolismo
El ser humano está en permanente relación con
su medio, del cual depende para sobrevivir. Esa
relación es posible porque es una estructura sumamente
organizada y la más compleja de la
naturaleza, que le permite adaptarse a los
cambios permanentes de las condiciones externas
y lograr el mayor grado de equilibrio en su
medio interno, y entre éste y el ambiente en
que vive (componentes físicos, químicos, biológicos,
culturales, ecológicos). Cuando se
quiebra el equilibrio u homeostasis, se produce
la enfermedad.
Para lograr el equilibrio del cuerpo, trabajan
mancomunadamente varios órganos al mismo
tiempo. Podemos decir que el cuerpo nunca deja
de moverse, aunque estemos quietos. Cada
segundo, se cumplen en el organismo miles de
procesos que, en conjunto, se denominan metabolismo.
Para que se cumplan estos procesos,
el cuerpo humano posee sistemas especializados
que desempeñan diferentes tareas. Estos
sistemas trabajan en forma coordinada, gracias
al sistema nervioso y el sistema endocrino, que
son los encargados de regular las dos fases del
metabolismo: la de construcción o anabolismo
y la de destrucción o catabolismo. Un
ejemplo de anabolismo es la síntesis de glucosa
que realiza el hígado a partir de ciertas moléculas;
la degradación de los ácidos grasos es un fenómeno
catabólico.
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